En España se diagnosticaron alrededor de 34.740 nuevos cánceres de mama en el año 2022, según las estimaciones del Observatorio del Cáncer de la Asociación Española Contra el Cáncer, lo que representa casi el 30% de los cánceres diagnosticados en mujeres.

La mayor parte de los tumores de mama tienen un origen esporádico, es decir, en su origen interviene en gran medida el azar, pero entre el 10-15% de los casos tendrán un origen hereditario.

Sin embargo, hay determinados factores que pueden hacer que la probabilidad de tener la enfermedad sea mayor. Éstos son los denominados factores de riesgo. Tener un factor de riesgo no es una condición suficiente para padecer la enfermedad.

Se han identificado una serie de factores que pueden aumentar el riesgo de desarrollar cáncer de mama a lo largo de la vida. Clasificamos a los factores de riesgo en dos grupos: modificables y no modificables.

La incidencia de cáncer de mama se ha incrementado en los últimos años, probablemente en relación con el aumento poblacional, el envejecimiento de la población (la edad es un factor de riesgo fundamental en el desarrollo del cáncer), el cambio de los hábitos reproductivos de las mujeres, la exposición a factores de riesgo, el sedentarismo; y la globalización del cribado poblacional.

La mortalidad por el contrario está en descenso gracias a los programas de screening que permiten realizar una detección precoz y a las mejoras en los tratamientos de la enfermedad.

¿Cómo detectar y prevenir el cáncer de mama?

El cáncer de mama es una enfermedad habitualmente multifactorial, es decir, en él intervienen varias causas al mismo tiempo. Por tanto, hablar de prevención es hablar de cómo disminuir el riesgo teniendo en consideración los factores de riesgo modificables de la enfermedad.

En este sentido, hoy en día sabemos que evitar el sobrepeso/obesidad y sedentarismo disminuyen el riesgo de cáncer de mama en mujeres postmenopáusicas. Un amplio estudio observacional detectó que una reducción de un 5% del peso en la etapa pre- y postmenopáusica podía reducir la incidencia de cáncer de mama en un 25-40% en comparación con las mujeres que no perdían peso. Esto es consistente con lo observado en otros estudios similares.

También se ha observado que un patrón de dieta mediterránea, rica en fruta, vegetales y pescado; disminuye el riesgo de cáncer de mama. Algún estudio ha señalado que las mujeres que consumen cereales de grano entero frente a los refinados tienen menos riesgo de cáncer de mama. Así mismo, es aconsejable también tener una ingesta reducida de alcohol en tanto que su consumo incrementa el riesgo de la enfermedad.

Con respecto a la actividad física, es conocido que más de la mitad de la población no cumple las recomendaciones de ejercicio de la OMS. El ejercicio físico moderado o vigoroso es capaz de reducir el riesgo de cáncer de mama en un 25% tanto en mujeres pre- y postmenopáusica.

Os facilitamos este enlace, de la AECC con algunas recomendaciones de cómo detectar los primeros síntomas del cáncer de mama:

 

https://www.youtube.com/watch?v=piSRrkJkZdM